sábado, 28 de marzo de 2020

Romina Arjolekas | Enxeñeira en Informática | Frankfurt

Enxeñaría en Informática (2015) | UVigo
Enxeñaría Técnica en Informática de Xestión (2007) | UVigo
Vive e traballa en Frankfurt Am Main (Hessen) desde 2013

Desde el 18 de marzo estamos confinados en nuestro piso de Frankfurt. Mi marido originario de Heidelberg se hizo el año pasado autónomo y trabaja en un Coworking Space, así que lleva haciendo Home Office algo más de dos semanas ya.

Nosotros podemos trabajar desde casa, pero con dos niños de cuatro y dos años es una odisea. Por suerte tenemos horarios flexibles y nos podemos alternar, trabajando yo por la mañana y él por la tarde. Los parques infantiles están precintados, pero aquí se puede y recomienda salir a pasear (en grupos de dos) o hacer ejercicio. Nuestro piso tiene un patio ajardinado en la parte de atrás, que está completamente aislado del resto del mundo, con lo cual aprovechamos diariamente para bajar con los niños, sin preocuparnos de tener contacto con otros.

A mayores estos últimos días ha dejado de llover, ha salido el sol y las temperaturas han pasado de los grados bajo cero a unos 15-18 grados primaverales, así que todo el mundo aprovecha a salir a los parques y explanadas (guardando las distancias), para recargar las reservas ya agotadas de vitamina D.

En Frankfurt no se ve mucha gente con mascarillas y guantes, aunque se vea mucha más que hace una semana. En las droguerías llevaban desde febrero agotados. En los supermercados solo se respira anormalidad al ver la cola de gente esperando por un carrito, o al ver las estanterías de la harina y el papel higiénico completamente vacías desde hace semanas.

El tráfico es inexistente. La mayoría de la gente aprovecha el buen tiempo para moverse en bici (aunque con mal tiempo también lo hagan). Que los bares y restaurantes estén cerrados, solo parece importar a los propietarios de los negocios. 

En Alemania siempre ha habido afinidad especial a reunirse en casas para tomar unas cervezas o cenar y aunque Frankfurt sea un caso especial por su internacionalidad, la gente parece que vuelve a sus raíces originales sin demasiadas preocupaciones.

El experto virólogo Christian Drosten dice que el bajo índice de mortalidad en Alemania se debe a la inmensa cantidad de test que se han realizado aquí, en comparación con Italia o España. Lo cual viene a decir, que el número de casos reales en España o Italia son muchísimos más de los oficiales. Pero yo también imagino que afecta el tema cultural, aquí hay un menor contacto entre personas comparado con los europeos del sur y están más preocupados (salvando excepciones) por el bien de la comunidad que por el individual. 

Nosotros somos afortunados de gozar de salud y poder trabajar, aunque ansiamos la tan esperada vacuna y la normalidad de nuestro día a día.

Lo que peor llevo es el no poder ver a mis padres que viven en Vigo. Los niños los echan de menos y aunque sé que están bien, estoy preocupada.

Un ser invisible ha conseguido que la distancia palpable del emigrante haya crecido tan exponencialmente como el número de casos que crecen diariamente en el mundo.

ADDENDA: La diferente tasa de mortalidad por COVID-19 entre Alemania y España

¿Por que hay más muertes en Italia y España en comparación con Alemania?
El instituto John Hopkins (EEUU) y el Robert Koch (Alemania) han analizado y publicado una estadística que muestra que la mayoría de los contagios ocurre entre la población más joven. Sin embargo, el número de muertes es mayor en ancianos. Bien, por ahora nada nuevo. Eso pasa en todos los países.

Pero, ¿por qué está Italia y España más afectada?
La respuesta  no es que en Alemania tengamos un mejor gen, como ya he escuchado, tiene que ver con un tema cultural, no solo la población italiana y española es más anciana, sino que hay una muy pequeña parte de la población anciana que vive en residencias, la mayor parte vive en casa con la familia y por lo tanto están mucho más expuestos a contactos con la población joven que son más propensos a contagios. En Alemania, por el contrarío, sólo un pequeño número de ancianos vive con la familia, la mayor parte viven o solos o en residencias. Resultando un posible contagio mucho más esporádico y menos frecuente.

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